Recientemente una clienta del programa (Sara) se interesó por la astrología mundial. A raíz de…
La rueda del horóscopo es un círculo dividido en 360 grados, y un aspecto es la diferencia angular entre dos planetas situados en esa rueda. Si Marte está en 126 grados y Venus en 186 gados, tenemos una diferencia exacta de 60 grados, es decir, un sextil entre ambos planetas. Pero, ¿qué ocurre si el ángulo entre estos planetas es de 58 o de 62 grados? ¿Tenemos todavía un sextil? Y si es así, ¿qué pasa con los 55, 67 o 70 grados? En otras palabras: ¿dónde está el límite?. En esta introducción a los aspectos vamos a estudiar de la conjunción al sextil. En una segunda parte abordaremos el resto.
Chris-Håvard Berge via Compfight
La conjunción
El primero de los aspectos, la conjunción, corresponde a la división del círculo por uno (los 360 grados representan cero grados y encontramos a ambos en el mismo punto del zodíaco). La conjunción simboliza la concentración más intensa de dos energías, pues todavía no se ha producido la escisión en opuestos. El número uno significa el comienzo antes de la aparición de la dualidad. Según la naturaleza de los planetas que formen la conjunción, puede tratarse de una unión difícil; es posible que, a causa de sus características, dos planetas en conjunción luchen entre sí y produzcan un aspecto tenso.
Por analogía, la conjunción está relacionada en el sistema de casas con la casa primera o con el signo de Aries. Así, este aspecto nos señala que no se ha producido ninguna escisión entre los dos planetas conjuntados y que, siempre que uno se exterioriza, simultáneamente el otro deja sentir su efecto. Lógicamente, el poseedor de este aspecto no crea una distancia entre ambas energías; en consecuencia, la conjunción no facilita el experimentar y expresar la temática de uno de los dos planetas y el proyectar la del otro en otras personas, lo que sabemos que es típico de la oposición.
Produce la dualidad, la separación entre el sujeto y el objeto, sin dar una concienciación de esto en el sentido habitual. Asimismo podemos hablar de una dialéctica que trabaja con tesis y antítesis y, en consecuencia, causa opuestos. Después de tomar conciencia de la tensión de ambos extremos, estos opuestos llaman a una síntesis. A menudo, la oposición nos lleva a identificarnos con un extremo y a proyectar el otro en nuestro prójimo, a quien consideramos enemigo o deseable complemento. Para llegar a la individuación, es decir, a ser personas autónomas y conscientes, hemos de integrar ambos opuestos y acabar con nuestra dependencia respecto al entorno.
Se trata de una síntesis y, por tanto, de una disolución de la dualidad que se encarga de hacer fluir libremente las energías. Este aspecto se vive como agradable, relajado y exento de problemas. Podemos descansar en la seguridad con la que nos obsequia el trígono. Por consiguiente, estamos ante un importante apoyo, pero no olvidemos que, si nuestro mapa natal carece de aspectos tensos, el trígono puede llevarnos a la dejadez y a la inercia.
Aquí se duplica la confrontación que experimentamos en la dualidad. Los conflictos que se nos presentan hemos de superarlos a través del esfuerzo y del trabajo; ambos nos liberan de nuestra cruz. Si aceptamos esos esfuerzo y trabajo, alcanzaremos un mayor grado de conciencia y adquiriremos cualidades, siempre en el marco de los planetas que formen la cuadratura.
Si rechazamos esta confrontación, corremos el peligro de sufrir constantemente a causa de esta cuadratura. En casos extremos, desembocamos en la neurosis y/o en la enfermedad psíquica, las cuales están condicionadas por nuestros aspectos conflictivos no trabajados y obstaculizan o paralizan nuestro crecimiento personal. La mejor forma de solucionar estas dificultades internas consiste en proyectarlas en nuestro entorno con el resultado de que éstas vuelven a nosotros en forma de tareas. Debido a su relación con las casas IV y X la cuadratura es el aspecto que más nos lleva a superarnos.
Asociado al número cinco, este aspecto tiene que ver con la creatividad, con las ideas creadoras, con los proyectos (aunque, por cierto, el número 5 no tiene nada que ver con el dar forma a esta fuente o inspiración creativa). Esta cifra representa al artista, al hombre con sus cinco sentidos y puesto en el plan divino para hacer de su vida una obra maestra. El que la persona lleve a la madurez y a la práctica el plan existente no lo decide el aspecto, sino la persona misma. Se trata de la energía creadora que ha de ser despertada. En síntesis, un quintil responde a posibilidades que raras veces se aprovechan de verdad.
Representa el agudizamiento de la conciencia. Gracias al sextil, estamos preparados para conocer nuestras situaciones o circunstancias y actuar al respecto. Este aspecto se forma con la cifra 2 —la cual como oposición significa el reconocimiento de los opuestos— y con el número 3, que se asocia al estímulo mental y a la capacidad para armonizar. Por consiguiente, el sextil exige de nosotros el reconocer y el actuar. No obstante, esta actuación se realiza sin esfuerzo, como corresponde a su componente, el número 3. Así, estamos ante un aspecto armónico que, al contrario del trígono —éste nos permite permanecer pasivos— exige iniciativa de nosotros. La correspondencia con el sistema de casas nos lleva a las casas III y XI y a los planetas Mercurio y Urano, lo que significa flexibilidad, contactos sociales y aprendizaje de nueva información.